En el corazón de Cusco, ciudad sagrada de los Andes y antigua capital del imperio inca, se esconde un lugar fascinante donde se entrelazan dos mundos: el de los incas y el de los conquistadores. El Qorikancha, o Templo del Sol, es un testimonio poderoso de este encuentro, a veces brutal, entre civilizaciones. Es uno de los sitios más simbólicos y representa el lugar más sagrado del imperio inca. El Qorikancha está ubicado en el centro de la ciudad, en la intersección de la Avenida El Sol y la calle Santo Domingo, a solo unos pasos de la Plaza de Armas.
El Templo del Sol está abierto de lunes a sábado de 9:00 a 17:00, y los domingos de 14:00 a 17:00. La tarifa de entrada general es de 15 soles para los turistas extranjeros o nacionales.
Un santuario sagrado cubierto de oro.
Antes de la llegada de los españoles, el Qorikancha era el centro espiritual del Imperio inca, dedicado a Inti, el dios Sol, protector de los soberanos y garante de la armonía cósmica. La palabra “Qorikancha” proviene del quechua quri (oro) y kancha (recinto, muralla). Se cuenta que los muros del templo estaban cubiertos con láminas de oro, y que estatuas doradas que representaban los astros adornaban sus jardines. Los incas observaban allí los movimientos celestes, practicaban rituales sagrados y alineaban su mundo con el cosmos. El Qorikancha era un lugar de poder tanto espiritual como político, conectado con otros santuarios por un sistema de líneas sagradas llamadas ceques. El sistema de ceques se componía de 41 líneas imaginarias, a lo largo de las cuales se distribuían 328 huacas (lugares sagrados) en todo el Tahuantinsuyu. Esta estructuración minuciosa permitía a los incas ejercer un control centralizado y eficaz sobre todo su territorio desde Cuzco.
Los otros santuarios
Este lugar, además de albergar el Templo del Sol, comprende también otros cuatro complejos de pequeños templos dedicados a diferentes divinidades: la diosa Killa, la Luna; el dios Illapa, el trueno; el dios K’uychi, el arcoíris; y la diosa Chack’a, la estrella.
El Templo de la Luna
Este templo se encontraba muy cerca del del Sol, ya que la Luna era considerada su esposa. El edificio estaba recubierto con placas de plata, y en su interior se conservaba una representación en plata de la Luna. También se guardaban allí las momias de las Coyas (esposas de los incas), ordenadas según su antigüedad. Aproximadamente la mitad de este templo fue destruido por los españoles para construir la nave de la iglesia de Santo Domingo. Hoy en día, ocupa una parte del lado oeste del patio interior del Qorikancha.
El Templo de Venus y de las Estrellas
Situado cerca del Templo de la Luna, pero separado por una hermosa callejuela, este templo estaba dedicado a Venus, a las Pléyades (las Siete Hermanas) y a todas las demás estrellas. Venus era llamada Chaska por los incas, lo que significa «estrella». Era en este lugar donde el Inca venía a divinizarse o a asistir a ceremonias y sacrificios organizados en el patio rectangular. Este templo también se encuentra en el lado oeste del patio interior del Qorikancha.
El Templo de Illapa (o Chuki Illapa)
El dios Illapa, también llamado Chuki Illapa, representaba a la vez el relámpago, el trueno y el rayo. Este templo se encuentra frente al de Venus. Posee tres puertas con dintel simple, equidistantes y ligeramente trapezoidales, así como una ventana en cada muro lateral.
El Templo de K’uychi, o Templo del Arcoíris
Este templo estaba dedicado a K’uychi, el Arcoíris, considerado por los incas como una emanación del Sol. Comparte las mismas características arquitectónicas que el templo de Illapa. Se encuentra al norte del templo de Illapa, frente al templo de la Luna, en el lado este del patio interior del Qorikancha.
Una arquitectura inca bajo un convento colonial
Cuando los españoles conquistaron Cusco, quedaron impresionados por la belleza y la precisión del templo. El Qorikancha fue completamente saqueado y destruido. Las placas de oro que adornaban sus muros fueron arrancadas, y las momias de los antiguos soberanos incas, profanadas. Solo sobrevivieron sus sólidas bases, sobre las cuales construyeron más tarde la iglesia y el convento de Santo Domingo. Este acto marca el choque entre dos mundos, pero también su convivencia forzada. Hoy en día, al visitar el sitio, se pueden admirar las bases incas de una increíble solidez, con sus bloques de piedra perfectamente ensamblados, coronadas por elementos barrocos y coloniales. Este contraste visual es impactante. Por sí solo, narra siglos de dominación, resistencia y sincretismo.
Una visita con mucho sentido
Explorar el Qorikancha es caminar por un lugar vivo. Al tomarse el tiempo para observar, se perciben los detalles: las hornacinas en los muros, la alineación de las puertas, las ventanas trapezoidales diseñadas para resistir los sismos, o los canales de irrigación para los jardines ceremoniales. Las salas interiores albergan hoy un pequeño museo, con objetos arqueológicos, maquetas y reconstrucciones que permiten comprender mejor el funcionamiento del templo inca.
Nuestros consejos para una visita diferente
Vengan temprano por la mañana o al final de la tarde, cuando el ambiente es más tranquilo. Tómense un momento para sentarse en el jardín e imaginar el templo tal como era en la época inca. Lean o escuchen los relatos relacionados con este lugar: cada piedra tiene una historia. Por último, si es posible, visiten con un guía local para aprender más sobre este patrimonio.
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