Hay mil maneras de viajar, pero algunas dejan una huella más profunda que otras. Dormir en casas de familia, en el corazón de los Andes peruanos o a orillas del lago Titicaca, es mucho más que cambiar de alojamiento. Es conocer a una familia, compartir su día a día, probar su comida, entender su forma de ver el mundo.
Con Escápate, no solo visitas el Perú — te conviertes en un invitado.
Mucho más que un alojamiento
Dormir en una casa local no es alquilar una habitación — es compartir una forma de vida.
En Taquile, una isla en el lago Titicaca, puedes descubrir los tejidos tradicionales mientras el abuelo de la familia comparte historias con un mate de muña. En Amaru, en el Valle Sagrado, aprendes a cocinar una sopa de quinua o a pelar papas nativas mientras los niños juegan en el patio.
En Coporaque, un pequeño pueblo en el Cañón del Colca, tu anfitrión prepara una pachamanca, un plato cocido bajo tierra siguiendo rituales ancestrales andinos.
Y aunque el idioma sea distinto, una sonrisa, un gesto o un silencio compartido suelen ser suficientes para crear un vínculo.
Para el viajero: frenar, sentir, enriquecerse
Dormir en casa de familia en Perú es hacer una pausa en medio del ritmo acelerado del viaje. Es dejar la mochila y vivir al ritmo de la comunidad.
Una mañana en Llachón, te invitan a cosechar papas en los campos en terrazas. Por la noche, alrededor de un fogón, pruebas el cuy al horno, el tradicional cuy al horno de las tierras altas.
Es en esos momentos sencillos cuando nacen las emociones más intensas: una risa compartida, un consejo sincero, una canción en quechua bajo las estrellas.
Cada hogar es una puerta abierta a otra manera de vivir. Descubres que tus costumbres no son universales — existen mil formas de amar, de comer, de pensar, de recibir.
Para los anfitriones: compartir, valorar, crear vínculos
Para quienes abren su casa, recibir a un viajero es un acto de orgullo y alegría.
Es una oportunidad para compartir su cultura, contar su historia, mostrar cómo cultivan maíz o cómo se honra a la Pachamama con rituales antiguos.
En pueblos como Amantaní o Raqchi, estos intercambios no son solo una fuente de ingresos — son un reconocimiento a su forma de vida.
Y muchas veces, se crean lazos reales. Se envían postales. Las amistades perduran. Los viajeros regresan, año tras año.
Viajar diferente con Escápate
Elegir casas de familia con Escápate es adoptar una forma de viajar más lenta, más humana, más respetuosa.
Es decir no a los hoteles impersonales y estandarizados, y sí a lo inesperado, al intercambio, a la autenticidad.
Te conviertes en un invitado, no en un cliente. A veces, incluso en un amigo.
En conclusión
Si quieres que tu viaje por Perú te toque de verdad, que te transforme y te deje recuerdos que calientan el corazón mucho después de volver — entonces atrévete.
Atrévete a tocar una puerta.
Atrévete a decir hola en un idioma que no dominas.
Atrévete a compartir una comida, un silencio, una carcajada.
Porque detrás de cada casa, hay un mundo por descubrir. Y detrás de cada encuentro, un recuerdo que se queda para siempre.




